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Por franklin García
13/03/2022 domingo
A veces no puedo evitar quedarme estupefacto al escuchar personas quejarse tanto de la vida. Es muy común ver gente enojada porque no pudo conseguir lo que quiso en un momento determinado, como si fuese una ley universal que todo debe llegar cuando nosotros decidamos. En algún momento de la vida yo fui una de esas personas que se preguntaba ¿Por qué aquel sí y yo no? y como por arte de magia, mientras más me preguntaba eso, peor me iba. Mi padre era un hombre pobre y no fue a la escuela (pero sabía leer, escribir y tenía una habilidad impresionante para hacer operaciones aritméticas mentalmente) me observaba detenidamente y un día se sentó en la salita de la casa y me dijo una palabras que años más tarde me harían ver las cosas de manera diferente. El me dijo que enfocarme en lo que la vida le daba a los demás, no era otra cosa más que perder el tiempo, que la vida le daba las cosas a quien ella quería. Yo le respondí que eso era injusto, que debía haber equidad en la repartición de las cosas y él me contestó que más injusto sería que uno sea dueño de algo y que sea otro quien decida cómo lo vas a repartir. Luego me hizo la pregunta del millón de dólares: ¿Por qué la vida tiene que darte algo a ti? (la realidad es que no pude responder a esa pregunta). terminó la conversación diciéndome que la vida no me debe nada, que mas bien soy yo el que tiene una deuda eterna con la vida y que en vez de enfocarme en los demás y estar quejándome tanto, debería ser más justo y empezar a dar gracia por cada cosa, porque el que da las gracias es un buen candidato a recibir de nuevo. ¡¡¡Me habría encantado poder poner en práctica ese consejo cuando era más joven!!! Pero nunca es tarde para empezar y debo decir que las palabras del viejo, estaban cargadas de razón. Ahora doy gracias por cada cosa y de manera inexplicable recibo mas y mas. Gracias mi viejo donde quiera que te encuentres.
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